El Madrid salió gravemente dañado de su visita a Alemania con una derrota que le deja con un pie fuera de esta Champions. Los 'lobos' del Wolfsburgo mostraron un apetito voraz y despellejaron a un Madrid irreconocible. Los goles de Ricardo Rodríguez y Arnold obligan a tirar de épica. Siempre quedará el Santiago Bernabéu.
Es a lo que se debe aferrar el equipo de Zidane tras una noche negra en Alemania. Qué tendrá ese país que presencia los peores momentos de la historia blanca. En el Wolfsburgo Arena -Volkswagen Arena si no está la UEFA en el ajo- se vivió otro de esos pocos momentos nefastos del Madrid en la máxima competición europea.
La Cenicienta convirtió el cuento de cuartos en pesadilla. El Madrid fue bailado por lobos. Lobos con piel de cordero. Lobos que salieron de su escondite en el momento justo y desde el lugar más inesperado. El cazador fue cazado y lo único positivo es que pudo salir vivo, recomponerse de las heridas sufridas y presentar batalla de nuevo en el Bernabéu.
Como un niño acomplejado en su primer día de escuela. Tembloroso, con la mirada baja y actitud timorata. Así se presentó el Wolfsburgo, descolocado, fuera de lugar, poco acostumbrado a un escenario como es para él disputar unos cuartos de Champions con el Madrid al otro lado del campo. Pero poco tardó en perder el respeto y sacar los colores a los de Zidane. Sus travesuras y osadía silenciaron a todos aquellos que hablaban de paseo blanco hacia semifinales.
Un gol bien anulado a Cristiano y un posible penalti sobre Bale dieron paso a la jugada polémica del partido. Schürrle se preparaba para disparar a quemarropa cuando por allí apareció Casemiro. No se sabe bien si se pasó de revoluciones o el alemán aprovechó su presencia para ir al suelo. El caso es que el balón acabó en el punto de penalti y Ricardo Rodríguez pegó el primer bocado de la noche a la defensa blanca. Keylor se despidió de su récord y el Madrid se encontró con una manada hambrienta dispuesta a rematar la faena.
Se preparaba el Madrid para realizar un oportuno control de daños cuando llegó el segundo. Henrique encontró un agujero por la banda de Marcelo y su centro y posterior desmarque de Arnold volvió a señalar al sospechoso habitual: Sergio Ramos. Al de Camas le ganaron la posición y el segundo mordisco dejó sangrando al equipo de Zidane.
El descanso fue la mejor noticia. Tocaba aplicarse arsénico y tratar de arreglar el desbarajuste. Únicamente Bale respondía en medio del desconcierto. El Madrid debió otorgar mayor protagonismo al galés. Con Benzema lesionado y Cristiano errático en los metros finales, el extremo inglés se presentaba como la única alternativa posible.
El daño pudo ser aún mayor
Zidane sacó a Modric y dio otra oportunidad a Isco cuando pintaban bastos. Ni él ni Jesé cambiaron nada. El Wolfsburgo, en cambio, seguía infundiendo terror al contragolpe. Schürrle y Kruse pudieron reventar la eliminatoria pero la falta de puntería y Keylor dejaron el desenlace para el Bernabéu.
Allí el Madrid, a buen seguro, será otro. El ambiente de las grandes noches europeas, el espíritu de remontada, el calor de su público.... y una plantilla capaz de levantar un 2-0. Hace 29 años que no lo hace en Europa. Es el momento.
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