El Madrid conoce el camino. No, el Eibar no es el Wolfsburgo y por ganarle 4-0 la Undécima no aterrizará en el Museo del Bernabéu. Pero el equipo debió aprender en Alemania para no repetir el 'mal del nuevo soltero', creerse galán tras una noche de éxito y acabar abrazado a la almohada al siguiente envite. La afición recurrió al huevo, pero lo del martes se gana con juego. El que desplegó durante un buen rato el equipo de Zidane para engordar el marcador.
El Eibar fue un sparring muy flojo que cayó en el primer round y que sólo le sirvió como entrenamiento al Madrid hasta el descanso. En la segunda parte los blancos ensayaron su juego de pies, pero se dejaron los golpes guardados para el martes. No soltó los puños por no necesitarlo, por lo que el bajón tras el 4-0 no debería preocupar porque fue más pérdida de tensión que otra cosa y contra el Wolfsburgo la electricidad correrá por Chamartín hasta el miércoles por la mañana.
Salió enchufado el Madrid y en el minuto 5 James puso los brazos en jarra en el arco de la frontal, buscó el sitio de su recreo, el palo del portero, y según acariciaba la bola la red, el Bernabéu hizo lo propio con el colombiano. Un abrazo de gol que necesitaban todas las partes y que puede darle un impulso al equipo en la recta final de la temporada.
Y antes de que el Eibar se pudiera dar cuenta, cayeron el segundo de Lucas y el tercero de Cristiano. Dos acciones de puñalada, dos jugadas verticales, de velocidad, de buscar la cosquilla del rival y abusar de ella. Jesé, que acabaría anotando el cuarto a pase de Cristiano en otra acción similar, jugó en 'fast forward'. Llegaba a todo un segundo o dos antes que el resto. Se vio con chispa y quiso prender fuego. Y quemó a más de un rival.
Descanso y 4-0. Si los primeros 45 minutos cayeron en el reloj de arena a chorro, tras la reanudación cada grano engordó y le costaba pasar por el embudo. El ritmo bajó, el fútbol decayó y el Eibar tuvo alguna ocasión que solventó el larguero o un Casilla sereno y brillante pese a su ausencia habitual.Borja Bastón, que quizás estuvo demasiado tiempo en el banquillo, tuvo la más clara con un cabezazo que estrelló en el travesaño. Cuando vista de rojiblanco tendrá la gota de sangre que ayer le faltó para anotar.
Mención aparte para un Nacho que se ha quedado con la etiqueta de cumplidor y que no lo es. Es un pedazo de central al que muchos ningunean por ser el cuarto defensa del Real Madrid como si ese logro fuese sencillo.
Con un Cristiano que no quiso descansar y que jugó su partido más generoso y sensato en modo Pichichi, Zidane tiene los raíles para la remontada. Ahora falta que el tren coja velocidad, no descarrile y que la energía del Bernabéu haga funcionar al equipo. Los huevos tienen que estar en la grada, el juego en el césped. No hace falta pierna fuerte, hace falta pierna buena. Y no volverse locos. Toque, corazón e inteligencia. Para ganar a los lobos hay que ser unos linces.
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