El Madrid no enseña la bandera blanca. En esta ruleta rusa que ha sido la jornada 34, la bala que hunda a uno de los candidatos a presidir la Liga no ha salido de la pistola. El fútbol, al contrario que la vida, ofrece segundas oportunidades y los de Zidane la piensan pelear hasta el amén de la competición.
Viendo a los blancos contra el Villarreal hay que preguntarse sin respuesta por aquellos días en los que las crónicas (servidor levanta la mano) hablaban de Liga finiquitada y de un Madrid que tiraba sus opciones en Valencia o Málaga. Las madres de niños pequeños resuelven con una frase todo un tratado de astronomía al ser cuestionadas por las noches de Luna nueva. "Es que la Luna tenía sueño, se ha ido a la cama y por eso esta noche no sale". Ojalá el fútbol fuera así de fácil. Pero no, así que vamos al lío.
El punto 1 es el de Keylor, un portero que recibe el pitido inicial a porta gayola y que detiene balas de cañón con los guantes. La única ocasión clara del Villarreal y que pudo hacer tambalear las opciones madridistas acabó en sus manos, como tantas otras esta temporada. El disparo de Denis fue de lo poco que pudo hacer el equipo de Marcelino, que fue como la amiga de la novia de tu amigo que te quieren presentar. Te hablan bien de ella y te gusta al verla en fotos... pero en el primer encuentro en persona te decepciona.
Para entonces el Madrid ya iba ganando. En la tercera intentona idéntica de Cristiano por banda izquierda, su centro fue demasiado fuerte para la manopla de Asenjo, que sólo pudo despejar de aquella manera y al punto exacto por el que apareció la cabeza de Benzema. Otro partido que desbloquea Karim. Tiene gracia que el momento más nervioso de la temporada lo esté resolviendo el tipo más hipotenso de la plantilla, el Pippen de Jordan, el Joe Pesci de Goodfellas, el secundario perfecto.
El gong del Athletic-Atlético cambió el partido de ilusión a obligación para el Madrid y tras la reanudación buscó el segundo, aunque los acelerones dieron paso a un equipo que se movía en marchas bajas. Hasta que apareció Lucas. Lucas vive en corveta, en esa posición que tienen los caballos en los cuadros de los reyes, con las dos patas delanteras levantadas, prestas para la carrera y la batalla.
Fabricó una pared con Benzema, el mejor amigo de todos, y se lanzó al galope contra la portería de Asenjo. Donde otro hubiera buscado con un ojo biónico el hueco y el golpeo, él puso alma y puntera. Al palo y gol. La ovación que se llevó al ser sustituido no es suficiente, debe llevarse otra de la directiva en verano cuando le aseguren otro año de blanco.
No hizo mucho el Villarreal ni con el 2-0 y es una pena. Adrián pasó sin pena ni gloria, como un Bakambu del que los ojeadores esperaban mucho más. Incluso Denis, que lo intentó, se quedó corto. Es un chaval con cara de bueno que al mínimo descuido te roba la cartera y cuando le quieres mirar para recriminarle ya tiene de nuevo los ojos de no haber roto un plato. Pero en el Bernabéu no lo rompió, para lástima de 'su' Barça.
Fue un gran día para el binomio Kroos-Modric, que parecían con las pilas gastadas hace pocas fechas y que se sacaron un partidazo de las botas de los que se enseñan en las escuelas. Las rotaciones de Zidane parecen funcionar, al menos lo hicieron en el croata. Descansado en Getafe y tras una semana sin jugar, Luka se hacía fútbol encima. Y dejó un golazo, una volea con la zurda aprovechando un centro fantástico de un Danilo de menos a más que sigue con su lucha propia por ganarse al Bernabéu y a esos madridistas que le pitan por fallar un control. Tiene ambición.
Pues eso, que 3-0 y el Madrid sigue con el traje de camuflaje, esperando un tropiezo de los líderes para abalanzarse sobre la presa. Es un "falla tú que a mí me da la risa", un juego de las sillas con tres participantes y un único trono. El Madrid sigue bailando.
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