sábado, 9 de abril de 2016

Un Tropiezo fatal del Barcelona frente a la Real Sociedad vuelve a dar opciones al Altletico y Real Madrid en la Liga


Pues hay Liga. Parece mentira que el Barça de hace dos semanas, dueño y señor del torneo antes de visitar El Madrigal, dormiría hoy sintiendo el aliento del Atlético y el Madrid en el cogote. En el momento decisivo, la visita a San Sebastián subrayó la falta de frescura del líder. La Real volvió a ser un gigante, especialmente en su comportamiento defensivo. Bastó con un golazo de Oyarzabal para alimentar la seguridad donostiarra, cimentada por las milagrosas manos de Rulli.
En Anoeta cambió la vida del Barça de Luis Enrique. Las dudas por aquella derrota del pasado año se resolvieron de forma modélica y el Barça salió disparado hacia la triple corona. Allí acabaron las rotaciones inesperadas y se labró un once casi prácticamente inamovible, especialmente en el ataque, que lo ganó todo. Casi año y medio después, el asturiano volvió a tirar de rotaciones dadas las obligaciones de Champions y en el descanso ya asumía que su plan no funcionaba.
La salida fulgurante de la Real tuvo buena parte de culpa. Eusebio, la materia gris del Dream Team, envió a su grupo a perseguir al Barça por todo el campo, con mención especial en el sector de Alves, y obtuvo rendimiento muy pronto. Una rosca exquisita de Xabi Prieto tuvo la respuesta perfecta de Oyarzabal: salto potente, giro de cuello y frentazo a la escuadra. Como Satrustegi o Kodro. La locura en la grada.
Tan pronto por delante, los donostiarras se plegaron sobre su área y defendieron cada metro de su zona con disciplina prusiana. Cuatro atrás y cinco por delante se convertían en seis al fondo por la aplicación de Prieto y Oyarzabal al perseguir a los laterales. Tampoco les exigieron demasiado. Entre la posición extraña de Sergi Roberto, a contrapié, y la escasa precisión de Alves, con y sin balón, el Barça se vio abocado a jugar por dentro. Más fácil para el equipo que defiende.
La aplicación defensiva de la Real tuvo sus disfunciones, no se crean. Brych habría expulsado a Illarra en el minuto 36, 12 después de ver la primera amarilla, justísima. En la segunda agarró a Neymar. A criterio del alemán era una expulsión de manual. Claro que no pita en la Liga.
Pese al monumental atasco, al Barça le alcanzó para crear un par de buenas ocasiones, una para Munir y otra para Arda. Rulli anunció entonces lo que vendría en el segundo tiempo. En todo caso, poco caudal, y poco claro, para todo el talento culé.
El descanso no cambió el plan realista. Eusebio, que dejó Can Barça de mala manera, quiso que su equipo buscara contras rápidas con Vela como meta, lanzado por Oyarzabal y Zurutuza. Enganchó pocas en el primer acto, y casi ninguna en el segundo. La entrada de Iniesta reactivó la banda izquierda, completada por Jordi Alba, y la entrada de Rakitic ofreció un retrato más reconocible del Barcelona. Tuvo más fútbol en la continuación, pero le faltó lo que antes tenía a toneladas: daño arriba. Echó de menos el infatigable martilleo de Suárez, por supuesto, pero Neymar nunca buscó por banda, sólo en diagonal. Munir desapareció gadualmente, y Messi apareció poco en posiciones sensibles. Y cuando se escapó de la jaula apareció Rulli, excelente en un par de remates cercanos
El dominio del área del portero argentino y el blindaje defensivo acabaron por desesperar a los azulgranas, que al menos murieron en área rival. Un cabezazo de Messi y un tiro de Iniesta, bien interceptados por el portero, fueron los últimos coletazos de un Barça que pensó en la Champions y ahora está obligado en mirar también a la Liga. Tiene ventaja y el calendario a favor, pero el desplome en las últimas tres jornadas -un punto de nueve- son una invitación a las dudas. Las que siempre se crean en Anoeta.

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