El Real Madrid enfila el tramo decisivo de la temporada con su tridente ofensivo en plena forma. Cristiano nunca se fue y Bale ya había dejado detalles de su indudable clase desde su reaparición frente al Celta, pero faltaba que Benzema diera un paso al frente para que el madridismo recuperara parte de la sonrisa perdida.
Pues bien, el círculo se ha cerrado este domingo en la cómoda goleada frente al Sevilla. Los tres tenores blancos han afinado sus gargantas y parecen listos para el reto europeo de la Champions, toda vez que la Liga tiene un intenso color azulgrana.
A destacar la puesta en escena de un Gareth Bale en estado de gracia. El galés se mostró muy participativo y lideró la exhibición ofensiva de los blancos, que martillearon la meta defendida por Sergio Rico con 26 remates. El internacional sevillista, por cierto, evitó algún tanto más de los merengues con varias intervenciones de indudable mérito.
Pero hablábamos de Bale, el hombre de los 100 'kilos'. El galés ha ganado protagonismo esta temporada y empieza a ser el jugador que el Madrid fichó a precio de oro. Puede que su fútbol no tenga el preciosismo que adorna a otras grandes estrellas, pero cuando anda fino es un jugador desequilibrante, sencillamente decisivo.
Así fue frente al Sevilla, que padeció a Bale durante todo el encuentro sin encontrar un antídoto. De sus botas nació el pase que permitió a Benzema anotar el primero de la noche, con una soberbia volea que sorprendió a Rico. El galés tiró luego de repertorio para toparse con los palos hasta en dos ocasiones, así que tuvo que esperar a que Benzema le devolviera el favor con un magistral pase que le puso en bandeja la tercera diana del encuentro.
Por el camino, llegó el acostumbrado gol de Cristiano, que poco antes había fallado un discutible penalti de Reyes a Modric. No fue el mejor día del delantero luso, lo que dice mucho de su voracidad anotadora, pues sólo los grandes ven puerta cuando el acierto te ha dado la espalda.
La cuarta pata de la silla, más allá del notable partido de gente como Nacho o Casemiro, fue la enésima exhibición de Keylor Navas. El cancerbero tico es capaz de desesperar a cualquier delantero, como hoy descubrió Kevin Gameiro. El francés falló hasta un penalti y soñará con Navas tras toparse con un muro de hormigón que evitó algún que otro tanto de un limitado pero corajudo Sevilla.
Tan contundente fue el marcador final que no merece la pena detenerse en el deficiente arbitraje de Estrada Fernández. El colegiado catalán anuló dos tantos legales, uno a cada equipo, evitando primero que el Madrid cobrara una cómodo ventaja en el primer acto y frustrando después el empate del Sevilla poco antes de que CR7 y Bale pusieran el matasellos al partido.
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