El Madrigal mutó en Anfield. No hubo una milésima de respiro en un partido que honra a la Liga, sobre todo por lo que incumbe al Villarreal, que en un partido imponente resistió en pie hasta con dos goles en contra. Su partido, volcánico, contrastó con el del Barça, a ritmo de rúa, a la espera de un título que caerá como una hoja más del calendario. Como no hay tarde perfecta apareció Sánchez Martínez, que con una actuación calamitosa desvistió al Villarreal.
El Barça entró en el estadio con chancletas, bronceador y hamaca, envuelto en un sol caribeño. Enfrente se topó con un equipo furioso. La brigada de Marcelino completó un partido para contarlo por las calles. El líder se limitó a rellenar el documento del encuentro. La trompetería amarillo se lo comió pronto. A los 40 segundos, Trigueros envió un balón al palo mientras Bakambu iba dando bocados a la zaga.
Hacía muchos meses que no se veía una versión tan descolorida del tridente azulgrana. Durante una hora y media pareció un trío humano. El plan de Marcelino le dejó cojo. Bailly y Víctor Ruizesposaron a Luis Suárez, que se marchó del estadio sin besarse la muñeca. Messi alimentó de balones a Neymar, quien dejó una jugada para el recuerdo que desvió un fleco del guante de Sergio Asenjo.
Un equipo desatado
Si hay algo que atenaza a los rivales del Barça es la sensación psicológica de que en cualquier momento va a marcar. Da igual cómo esté jugando. Sucedió también en El Madrigal. Una falta inocente enviada al pulmón del área, un lío por una irregular salida de Asenjo y un balón que llega a la caña de Rakitic. Un gol que inició la inolvidable actuación de Sánchez Martínez. El colegiado brindó entonces unos minutos falleros, coronados por un penalti marciano de Asenjo sobre Neymar. Marcelino ya veía el partido en una cabina, expulsado por el perdón de la expulsión de Piqué.
Con dos goles, la alineación le hacía un guiño a Luis Enrique, quien se ve reflejado en Sergi Roberto, el comodín de la temporada, una de las revelaciones de la Liga que ha seducido a Del Bosque, al que colocó en el lateral derecho. El entrenador se curtió en Mareo como delantero. Así llegó al Madrid, donde Capello le echó el ojo de investigador en funciones y le repartió por todo el campo. Sólo le faltó ejercer de portero y central. En el Barça continuó como joker. Lucho se hizo un pluriempleado en el resto de su carrera. Sergi Roberto lleva camino.
Con esa situación a favor, el Barça no suele perdonar la humillación. Al revés. Se durmió y el Villarreal le agitó como a un muñeco. Le hizo pasar los peores minutos de la temporada. Mathieu apareció pálido, como si no supiera en qué franja horaria estaba. Si llega a ser baloncesto le cambian a los treinta segundos. Los dos goles amarillos hicieron justicia a lo que se veía en el césped.
Tras la tormenta, el Barça se acercó a Asenjo, quien respondió a lo grande ante Neymar y Rakitic. El volcán amarillo enmudeció unos minutos antes de entrar de nuevo en erupción. El Madrigal despidió a hombros a los suyos.
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