En Granada todo es posible. Lo ilógico y lo natural. El Barcelona jamás había perdido un título dependiendo de sí mismo en la última jornada y así seguirá siendo un año más. El dominador del campeonato durante toda la temporada se impuso en el partido decisivo en un ejercicio de control y paciencia hasta la aparición de Luis Suárez, demoledor.
El instinto del pistolero uruguayo ha resultado fundamental en tiempos de duda. La serie en los últimos cinco partidos explica el pleno azulgrana. Cuatro goles al Dépor, cuatro al Sporting, uno al Betis, dos al Espanyol y los tres de ayer en Los Cármenes. Lucho pelea cada balón como si en ello le fuera la vida, un ingrediente que ha cuajado de fábula en el académico juego azulgrana. A falta de elaboración, la puntualidad de Suárez para llegar a todos los remates ha cuadrado el círculo.
Durante dos tercios largos de campeonato nadie discutió la jerarquía del Barcelona. Esa superioridad reapareció en Los Cármenes, donde el Barça no consintió dudas. Cogió la pelota y la movió con paciencia, de un lado a otro, aguardando a que surgiera el espacio. El Granada se cerró por dentro e invitó a los azulgranas a entrar por los costados. Dicho y hecho. Aunque la primera ocasión fue un córner rematado por Piqué que Andrés Fernández sacó con los pies dentro de la portería (no pareció que entrase), las bandas fueron el camino al título. Lo detectó Messi, que se fue al centro para abrir espacio a Alves y buscar la diagonal a Neymar. En una no acertó el brasileño. En la siguiente se asociaron Ney y Alba, que entró solo y entregó para que Suárez anotara el primero.
Llegó la diana en el momento justo. Se masticó en la grada el gol del Madrid en Riazor, lo que convirtió en campeón virtual al equipo blanco durante unos minutos. Quien estuviera viendo el partido de Los Cármenes sabía que aquello era una anécdota. El triunfo del Barça era cuestión de tiempo.
El primero de Suárez templó aún más al Barça, que no perdió el sitio ni con alguna salida de tono de Miguel Lopes. El lateral, que empezó en la izquierda, cambió a la derecha para vigilar a Neymar y le dejó la suela en el tobillo, sin castigo arbitral. El Granada se supo inferior y tuvo poca opción de salir. Sólo una carrera de El Arabi mal resuelta por el atacante entregaron los rojiblancos en el primer acto. Mientras, sin un ritmo alto ni exquisiteces, los azulgranas pusieron a buen recaudo el título aprovechando el césped alto y seco. Una diagonal larga y precisa de Mascherano buscó a Alves. Con el campo regadito no habría llegado nunca, pero el bote contuvo la bola, el lateral templó y Suárez acudió donde ningún defensa esperaba encontrarle. 0-2 y la Liga lista de papeles.
El segundo tiempo brindó la mejor versión del Barça. Iniesta enganchó en el centro del campo y fue imposible quitarle la pelota. Controles extraordinarios, pases precisos, cambios de ritmo incontenibles... El manchego coronó una temporada estupenda con un partidazo sobresaliente. Su control del escenario abortó casi todas las inentonas granadinistas.
Nadie puede dudar de la intención del Granada, eso quedó claro. Tuvo una buena opción Fran Rico cuando se plantó solo ante la meta azulgrana, bien habilitado por El Arabi. Ter Stegen aguantó en la media salida y contuvo el remate con eficacia germánica. Las broncas también dejaron muestra del carácter local. Rubén Pérez recordó a Neymar que los lujos innecesarios molestan. Se contuvo a tiempo para evitar la roja. Y Cuenca, ex azulgrana, provocó la indignación culé al jugar una bola para El Arabi con el rival parado. Un par de tarjetas para serenar los ánimos y sigan.
Rozó el Barça el tercero en varias ocasiones, pero tardó en llegar. Lo hizo al final, generoso Neymar para coronar a Suárez como Bota de Oro, y entonces sí se decretó la fiesta azulgrana. Honor al campeón. No hay mejor equipo en la Liga que el Barça.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias Por Participar!!!